lunes, 14 de enero de 2008

Obsidiana

En el camino que recorríamos para llegar a la escuela había lajas de obsidiana a flor de tierra. Yo era niño, pero sabía que de esas lajas se podían hacer puntas de flecha.

Caminábamos una hora para no gastar el dinero que nos daban en la casa para el pasaje de camión. Con el dinero comprabamos dulces, claro. Esto ocurría en las tardes cuando íbams a hacer deporte a la escuela.

En el trayecto llegábamos a ver cadáveres de perros, en varios grados de descomposición. Un día los veíamos hinchados; otro, hirviendo de gusanos blancos; otro, solo quedaba el pelambre, el cuero, la pestilencia dulzona . Veíamos perros revolcarse sobre los despojos, ¿por qué se revolcaban?

Cuando la lluvia dejaba charcos encontrabamos en ellos renacuajos. Sabíamos que serían sapos algún día.

Sabíamos muchas cosas. Pero no teníamos a quién preguntarle las cosas que no sabíamos. Como: ¿de dónde vienen los gusanos blancos? ¿Viven como larvas dentro de los perros vivos? ¿También nosotros tenemos esas larvas? Pensábamos que las moscas no podían poner tantos huevos, como para producir tantos gusanos. ¿Los gusanos se reproducían entre sí?

¿De dónde venían los ajolotes? ¿Caían con las gotas de la lluvia? Porque, si no había ranas antes de la lluvia ¿de dónde salían los ajolotes?

¿Por qué se revolcaban los perros sobre los restos de otros perros? ¿Para acostumbrarse a la muerte?